sábado, 12 de junio de 2021

IXIÓN, ¿MENOR INTERÉS QUE TICIO? 1ª PARTE

 Obra

Ixión
Ribera. 1632. 
Museo del Prado, Madrid.
Oleo sobre lienzo. 
227 x 301 cms

Ixión es el cuadro mitológico que acompaña a Ticio, que siempre es la estrella. Se exponen en la actualidad en la rotonda alta de Goya del Museo del Prado. Si uno se quiera alejar para poder apreciarlos, se encuentra con que están atravesados por una columna. Anteriormente se exponían en la escalera central de museo, casi peor. Son, sin duda, dos obras maestras muy destacadas del Museo que no están en un lugar apropiado. En esta primera parte se analizará la evolución de la iconografía de Ixión hasta llegar a Ribera. En una segunda entrada se hará una revisión histórica y bibliográfica del porqué los expertos no se ponen de acuerdo en su orientación.


·         INTRODUCCIÓN

·         EL MITO Y SU REPRESENTACIÓN CLÁSICA

·         REPRESENTACIÓN MODERNA, SIGLO XVI

·         UNAS FURIAS RIBERESCAS CON UN IXIÓN DESTROZADO

·         EL IXIÓN DE RIBERA Y LA LEYENDA DE VON SANDRART

·         EL HERCÚLEO IXIÓN Y SU MISTERIOSO ACOMPAÑANTE


INTRODUCCIÓN

Ambos personajes, Ticio e Ixión, junto a Sísifo y Tántalo, forman parte de una serie mitológica que se inició con Tiziano que acabó llamándose de forma errónea “Las Furias”. En vez de hacer mención, de alguna forma, a estos cuatro monarcas que actuaron de forma inmoral en la mitología clásica y que acabaron siendo castigados por los dioses por sus crímenes, se hacía mención a tres deidades femeninas que torturaban a los muertos en el inframundo, que ni siquiera suelen aparecer en los cuadros de estos cuatro personajes. Por eso, a veces también se les denomina de forma más correcta los “Condenados”.

El gran "Ixión" de Ribera, del Prado. En una segunda parte de esta entrada se abordará si esta es la orientación correcta del cuadro

Esta serie iconográfica se inició mediante un encargo a Tiziano a mediados del XVI por parte de la hermana de Carlos V, María de Hungría, con un objetivo claramente político. Era una evidente advertencia, durante su periodo de gobernadora de los Países Bajos, a la nobleza local para que evitaran cualquier intento de rebelión contra el poder establecido de su familia. De los cuatro cuadros originales de Tiziano que María de Hungría encargó para su palacio de Binche, solo sobrevive Sísifo. También hay un Ticio, pero es una copia de Tiziano de su propio original (que se encuentra desaparecido) realizada unos quince años más tarde. Ixión y Tántalo se quemaron en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734. Ambos, Sísifo y Ticio (de Tiziano), al igual que el Ticio y el Ixión de Ribera, se encuentran en el Museo del Prado, por lo que allí podemos ver el origen moderno de esta serie iconográfica, al igual que su máxima culminación.

Palacio de Binche, para donde fue creada la primera serie de las Furias, encargadas a Tiziano por María de Hungría.
El único de los cuadros que colgaron en el Palacio que sobrevive, es el Sísifo (Museo del Prado)

Durante siglo y medio, hasta finales del XVII, estas representaciones estuvieron muy de moda. Más allá de la alegoría política, acabaron siendo una forma de expresión máxima de los artistas más técnicamente dotados del manierismo y del barroco. Del que quedan más representaciones es de Ticio, y del que menos es de Ixión, lo que le da ya de entrada un valor excepcional al de Ribera.

Se desconoce si éste pintó los cuatro condenados y tanto Sísifo como Tántalo han desaparecido. Pero la pareja que forman Ticio e Ixión son excepcionales. Ticio no deja de ser un alarde insuperable de anatomía, expresividad y técnica pictórica, hasta el punto de considerarse en este blog como uno de los mejores escorzos de la historia, si no el mejor. De esta pareja, Ticio siempre acapara la mayor atención y ya desde antiguo, fue más valorado. En el inventario de pintura del Palacio del Buen Retiro de 1700, hecho a la muerte de Carlos II, aparecen así descritos:

«Una pintura de tres varas y media de largo y dos y media de alto de la fábula del Ticio comiéndole el buitre las entrañas, original del grande Españoleto Jusepe de Rivera con marco negro, tasada en setenta doblones» y «Otra pintura de tres varas y media de largo y dos y media de alto con la fábula de Ixión atormentándole la rueda, original de Joseph de Rivera el Españoleto, con su marco negro, tasado en sesenta doblones».

Es decir, dos cuadros de dimensiones idénticas, de igual calidad pictórica, con unos escorzos monumentales, y sin embargo, Ixión estaba ya entonces valorado en un 15% menos que su compañero, aunque es un cuadro más complejo y enigmático. En palabra de Miguel Falomir, actual director del Prado y probablemente el mayor experto mundial en esta temática: “Las virtudes de las Furias de Ribera son aún más evidentes en Ixión, la más personal de sus interpretaciones de los condenados en el Hades”.  


EL MITO Y SU REPRESENTACIÓN CLÁSICA

A diferencia de Ticio, Sísifo o Tántalo, los cuadros de Ixión son los más escasos en época moderna, pero no así en el periodo clásico. Estos condenados y en especial Ixión, aparecen en la cerámica clásica griega de forma recurrente, en especial, en la cerámica roja con fondo negro.

Imagen combi total

En las representaciones clásicas se presenta, por tanto, siempre a Ixión atado a la rueda, de tal forma que sus cuatro extremidades coinciden con los radios de la misma, y presentado de forma frontal, con la cara hacia el espectador. También se representa justo antes de ser atado, con la presencia de otros personajes mitológicos. Puede aparecer atado con cuerdas o con serpientes.

Ánfora, vaso y plato con representaciones de Ixión.
En el vaso se representa el momento justo antes de ser atado a la rueda.
En el plato hay dos versiones, atado con cuerdas y con serpientes

Al margen de las representaciones en cerámica, existe una versión pictórica antigua, en concreto, un espectacular fresco romano en Pompeya, en la famosa Casa de los Vettii, una de las más lujosas de la ciudad. Aparece Ixión en un segundo plano, mientras los principales protagonistas son Hermes (con la vara llamada “caduceo”), Néfele a sus pies y Hera en el trono. De forma excepcional en el periodo clásico, se representa a Ixión atado a los radios de la rueda, pero de cara a la rueda y dando la espalda al espectador.

Fresco romano de la pared oriental del triclinio (comedor).
Casa de los Vettii , Pompeya  (60-79 d. C.).

Esta presentación de personajes en obras de arte clásicas responde a la primera parte de la historia de Ixión. Éste era el rey de los lápitas, la tribu más antigua de la región griega de Tesalia. Se casó con Día, hija de Eyoneo, y prometió a su suegro un regalo de valor. Sin embargo, Ixión no cumplió con lo prometido, por lo que Eyoneo le robó algunos de sus caballos. El resentimiento por este robo hizo que Ixión invitara a su suegro a un banquete y cuando llegó, lo mató arrojándole a un foso con brazas ardientes. Los monarcas vecinos se ofendieron tanto por este acto de traición que Ixión vivió como un proscrito. Matando a su suegro, Ixión fue considerado el primer hombre en asesinar a un familiar en la mitología griega.

Esto, por sí solo, le garantizaba un horrible castigo. Sin embargo, Zeus le perdonó y se apiadó de él llevándole al Olimpo, sentándole en la mesa de los dioses. En vez de agradecimiento, Ixión sintió lujuria por Hera, la esposa de Zeus, traicionando la hospitalidad con que fue recibido. Ixión presumió de sus coqueteos con Hera y Zeus descubrió sus intenciones. Creó una nube con la forma de Hera, que se conoció como Néfele (de nephos, "nube"), engañando a Ixión con ella. De la unión de Ixión y Néfele -la falsa Hera- acabaron naciendo la raza de los centauros. Ixión fue expulsado del Olimpo y golpeado por un rayo. Zeus ordenó a Hermes atar a Ixión a una rueda ardiente que siempre girara. Por lo tanto, Ixión está atado a la ardiente rueda solar por toda la eternidad, primero girando por los cielos, pero en un mito posterior se transfirió al Tártaro, lo más profundo del inframundo, donde iban los condenados.

Al margen de este fresco, también existen imágenes de Ixión en mármoles romanos, tanto solo como acompañado de Sísifo y Tántalo.



REPRESENTACIÓN MODERNA, SIGLO XVI

Retomando la iconografía clásica, ya antes del encargo de María de Hungría a Tiziano, desde finales del siglo XV, empiezan a aparecer estos cuatros condenados de forma conjunta. La recuperación de estos personajes mitológicos, al igual que otras escenas de mitos de la antigüedad, vino de la mano de la Metamorfosis de Ovidio.

Especial importancia tiene la primera edición ilustrada del poema impreso en Venecia para Lucantonio Giunta en 1497, que lleva por título Ovidio metamorphoseos vulgare. No contiene el texto original de las Metamorfosis, sino una traducción en lengua vernácula, con añadidos de otras fuentes anteriores; por lo que se refiere a las ilustraciones, los cincuenta y tres grabados (no se conoce con exactitud sus autores, pero sí que hay varias manos) son la primera versión en Italia que muestra los contenidos mitológicos del poema de Ovidio utilizando la técnica de la xilografía y apartándose de la tradición medieval de ilustración del mito.

Esta publicación, sin duda exitosa, influye de forma inmediata en las iconografías mitológicas a lo largo del siglo XVI. Respecto a la imagen que nos interesa, se trata del grabado nº 13 (Libro IV) de la edición veneciana, titulado “La visita de Juno al Hades”, donde podemos ver a tres de los condenados (faltaría Tántalo), y no hay duda de que, aún de forma muy esquemática, este pequeño grabado influiría en la plasmación pictórica posterior.

Según Falomir, tanto Ticio como sobre todo el Sísifo de esta xilografía presenta “notable parecido con los pintados por Tiziano”. Respecto a Ixión, no sabemos si el que pintó Tiziano tenía también de base este grabado, porque desapareció en el incendio del Alcázar -como ya se mencionó- pero en absoluto resulta descartable, puesto que, a partir de la imagen de la versión veneciana de la Metamorfosis, Ixión ya no aparecerá coincidente con los radios de la rueda, sino atado a la circunferencia exterior de la misma, con el pecho hacia el aro. Además, aparece con una supuesta furia femenina (no está claro el sexo) con rabo y orejas de burro, que se presenta girando la manivela.

Si la anterior imagen denota la importancia de los condenados que hubo en Italia, también en Flandes esta iconografía se había asentado al principio del siglo XVI. Un ejemplo es el paño denominado “Justicia” de la serie de tapices conocida como “Los Honores”, tejida por Pieter van Aelst en 1520, célebre tapicero de la corte de Bruselas. La serie celebra la coronación de Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, con el objetivo de ilustrar al joven soberano acerca de las virtudes a desarrollar y los vicios a evitar.

El séptimo tapiz es el de “La justicia, y en la esquina superior derecha se recogen varios pasajes que ilustran las condenas de Ixión, Sísifo y Ticio. Es Ixión al que le dan mayor protagonismo, ya que es del único que narra dos momentos de su historia. Mientras de Ticio nos muestra una imagen muy similar a la de la xilografía veneciana (acostado desnudo con el águila picoteando su hígado), Sísifo presenta una imagen diferente, cargando la piedra sobre su cabeza, pero vestido y con presencia frontal y no de espalda.

A Ixión, primero lo presentan recibiendo el castigo de Júpiter mientas Zeus observa desde una nube con su nombre inscrito en latín, Juno. Resulta relevante que de los centenares de personajes que aparecen en los nueve tapices de la serie, tan solo este primer Ixión (recibiendo el castigo) y un Holofernes decapitado son los que presentan un forzado escorzo, técnica de representación que será muy habitual posteriormente. Ixión, ya condenado, aparece representado también a la izquierda, donde le vemos ahora desnudo con el pecho hacia el aro de la rueda, coincidente con la xilografía veneciana.

Para ver la serie de los nueves tapices de "Los honores", pinchar aquí

Ya, a mediados del siglo XVI, es Tiziano quien establece las bases definitivas de Las Furias, con sus cuatro cuadros de grandes proporciones para María de Austria, diseñado para el Palacio de Binche. Ésta quería impresionar a su hermano, el emperador Carlos V, y a su sobrino, Felipe II, y organizó la inauguración del Palacio coincidiendo con la llegada de ambos. Diseñó para tal fin todo un programa iconográfico plagado de referencias cultas mitológicas, cuya parte más destacada era el encargo al ya por entonces gran Tiziano de cuatro grandes cuadros de los condenados, como metáfora y advertencia política a la nobleza local flamenca, para que no osasen a retar al emperador. Era un encargo novedoso, puesto que lo habitual  era utilizar la temática de la caída de los gigantes.  Parece ser que Sísifo y Ticio llegaron a tiempo para el evento, en agosto de 1549, no así Tántalo e Ixión, que llegarían a manos de María de Austria con posterioridad, incluso de años.

Al poco tiempo de la inauguración, en 1554, el palacio fue destruido por las tropas francesas, pero ya los cuadros no estaban allí. A lo que no pudieron sobrevivir fue al incendio del Alcázar de Madrid de 1734, escapando del fuego tan solo Sísifo, aunque conocemos también a Ticio por una copia del propio Tiziano de unos quince años posterior. Finalmente, también conocemos aproximadamente como era el Tántalo por un grabado de Giulo Sanuto de 1565.  Pero como se ha dicho, Ixión se encuentra totalmente desaparecido, y no hay copia alguna que nos permita saber cómo fue la interpretación que hizo Tiziano del mismo. No obstante, en especial de Ticio, es destacable el uso que hace Tiziano de un forzado escorzo.

Sísifo (original de la serie para el Palacio de Binche), Ticio (copia de Tiziano del original desaparecido)
y Tántalo (copia de Sanuto del original de Tiziano)

Las Furias, mediante el envío de las obras de Tiziano a Flandes, se convierten en otro ejemplo de cómo la tradición clásica que viene de Italia se desarrolla de forma muy potente y novedosa en los Países Bajos. Ejemplo de esto son las representaciones que hizo de dos de los condenados un muy destacado pintor flamenco, Corneliz Cornelisz. van Haarlem, uno de los máximos exponentes del manierismo en el norte de Europa. Van Harlem hizo una interpretación muy original de dos de los condenados, Ixión y Tántalo, que los unió no a Ticio y Sísifo, sino a Ícaro y Faetón, otros dos personajes mitológicos que también cayeron, en este caso, no al Tártaro, sino a la tierra por acercarse demasiado al sol. Hizo así una serie en la que combina dos condenados en la oscuridad frente a dos caídos en plena luz.

Lo que hace Van Haarlem es plasmar a estos cuatro personajes en el momento de la caída, es decir, en pleno vuelo, y con un escorzo extremo, desde dos diferentes perspectivas -o bien desde la cabeza o bien desde los pies-, como no se había realizado. Como manierista que era, bajo la evidente influencia de Miguel Ángel, la utilización de escorzos era habitual en su obra para dotarla de mayor dramatismo. De estos cuatro personajes, tan solo queda el cuadro de "La caída de Ixión", cuyo escorzo extremo propicia al artista mostrar los genitales del condenado de una forma antes no vista.

La caída de Ixión (1565), Cornelis van Haarlem
Museo Boijmans Van Beuningen, Rotterdam


Los otros tres cuadros se encuentran desaparecidos, pero un artista y grabador compañero de Van Haarlem, Hendrick Goltzius (sin duda, de los mejores dibujantes y grabadores de esa época en Europa) realizó cuatro grabados en forma de medallón de esos cuadros de Van Haarlem. Comparando el único cuadro sobreviviente con el grabado correspondiente, nos damos cuenta que el grabador llevó la musculatura hercúlea de estos personajes a un extremo, en especial en el Tántalo (ni siquiera los más exagerados culturistas de hoy en día han desarrollado la masa muscular que plasmó Goltzius).

Los cuatro deshonestos (1588),  Hendrick Goltzius: grabados en forma de medallón, copias de cuadros originales de Van Haarlem desaparecidos excepto Ixión. 
Tántalo e Ícaro (arriba), e Ixión y Faetón (abajo).
Tántalo e Ixión, en escena nocturna cayendo al Tártaro, mientras que Ícaro y Faetón, de día cayendo a la tierra.  

Van Harlem, por el mismo año, realizó un muy famoso cuadro, en relación con la caída al Tártaro de estos dos condenados, que era la iconografía más habitual de la caída de los gigantes. Ahí despliega todo su conocimiento y vocación por la utilización de escorzos y desnudos masculinos en posiciones inverosímiles.

La caída de los titanes (1588), Cornelis Cornelisz. van Haarlem. Galería Nacional de Copenhague. 
En el centro, hay un escorzo de un titán exactamente igual al Ícaro de la serie "Los cuatro deshonestos" que por la misma fecha hizo Van Haarlem


Nos situamos así, a finales del siglo XVI en que esta serie iconográfica de las Furias se convierte no sólo en encargos desde una perspectiva política sino también como máxima expresión de los alardes anatómicos y expresivos por parte de los pintores y, en consecuencia, no era una temática asequible a cualquier artista. Algunos manieristas especialmente dotados para el desnudo masculino monumental y el escorzo, siguiendo las figuras que puso en boga Miguel Ángel, no sólo en la Capilla Sixtina, sino incluso en un dibujo precursor del Ticio de Tiziano, vieron así un campo fecundo donde poder desarrollar sus excesos.

Ticio (1532), Miguel Ángel

UNAS FURIAS RIBERESCAS CON UN IXIÓN DESTROZADO

La revolución naturalista de Caravaggio tenía que llegar al tema de las Furias de alguna manera y aunque el genio italiano no las pintó, si lo hizo su mejor discípulo, Ribera. De Ribera tenemos seis posibles cuadros de Furias, dos originales y excepcionales, y otros cuatro sobre los que existen dudas. Estos cuatro fueron catalogados en su momento como copias de su taller, pero también ha habido expertos que la adjudicaban a Luca Giordano. En la actualidad, se considera que Giordano, cuando imitaba a Ribera, no pintaba así. En la web del Museo del Prado figuran, hoy en día, como “anónimas a imitación de Ribera”.

Son de mucho interés, porque forman la serie completa y no hay muchos ejemplos de esto. Está claro que no son de la mano de Ribera, no tiene esa cualidad cuasi fotográfica del maestro y las anatomías son algo pobres, sin embargo, son del ámbito naturalista de los seguidores de Caravaggio y Ribera, con potentes claroscuros, con la incidencia de la luz desde la parte superior izquierda del cuadro, algo habitual.

Dos de ellas, Tántalo y Sísifo, presentan tenues paisajes con algo de celaje en la parte izquierda de los cuadros (algo habitual en Ribera desde su llegada a Nápoles en 1616), no así Ticio, que es el único cuyo personaje está en escorzo y, si bien sigue la composición habitual de estar acostado en el suelo, ofrece la originalidad de estar sobre un costado y no de espalda.

Serie completa de las Furias, de un pintor anónimo a imitación de Ribera, según la última catalogación del Museo del Prado

El condenado que nos ocupa, Ixión, es probablemente el de mayor interés, puesto que el artista ha apostado todo el dramatismo de la escena a la forzada postura extraordinariamente dinámica, adaptándose el cuerpo a la curvatura de la rueda a la que se supone atado (ya que la rueda ha desaparecido), y no a la expresión del rostro, cuestión de relevancia en los cuadros de las Furias. Pero lo que es realmente llamativo es que es el primer Ixión (de los que han sobrevivido hasta hoy) en el que aparece Ixión atado de espaldas (y no de pecho) a la rueda. Esto será lo habitual en las últimas y escasas representaciones de Ixión de siglos posteriores. Si este Ixión, indudablemente de influencia de Ribera, fue una copia de un original perdido (como defendía Pérez Sánchez) o es una creación original de un pintor del taller de Ribera, lo desconocemos. Pero este es el primer Ixión que se conoce con el condenado en esta postura (de espaldas a la rueda) y cabe la posibilidad de que esta imagen surtiera una enorme influencia a todos los Ixiones realizado durante los siglos posteriores.

Diferentes versiones de Ixión posteriores a Ribera, pero todas con el condenado de espalda a la rueda de la tortura. 
Arriba: Giovanni Battista Langetti (aprox. 1670-80, Museo de Arte de Ponce, Puerto Rico) y Jules-Élie Delaunay (1876, Museo de Artes de Nantes)
Debajo: Abel de Puyol (1823, Louvre) y grabado de Bernard Picard (1731)

Lamentablemente, el Ixión de esta serie se encuentra en unas condiciones tan deplorables que, a diferencia de sus otros tres compañeros, ni siquiera figura en la web del Museo. Hay una importante pérdida de la capa pictórica, el fondo se encuentra aparentemente desaparecido y ni tan siquiera la rueda, que se supone que es la que arquea el cuerpo, se vislumbra.

Ixión en buena parte perdido de la serie completa del pintor anónimo a imitación de Ribera, según el Museo del Prado

En la ficha catalográfica que me ha remitido amablemente el Museo, se explica el motivo por tan lamentable estado: Ixión junto con el Tántalo de esta serie, estuvo depositado por el Prado en un instituto de enseñanza de Badajoz desde 1882 a 1968. Fue Pérez Sánchez, exdirector del Museo, quien se encargó de recuperarlos y en su informe dejó plasmado lo siguiente:

“Los cuadros mostraban inequívocas señales de los pelotazos, de las pellas de barro, de los golpes de los niños, que ignoraban —nadie se lo había señalado tampoco— el interés de aquellos gigantones, testigos de sus juegos”.

Comparando la situación actual de ambos cuadros, está claro que Ixión lleva claramente las de perder, estando a años luz en su conservación del Tántalo. Sin embargo, Pérez Sánchez narraba en 1974, cuando procedió a la recuperación de ambos para el Museo, que la situación de ambos era muy parecida:

“De éstos, el primero [Tántalo] ha sido restaurado en lo posible, aunque ha de considerarse en buena parte perdido; en la actualidad se atiende a la restauración del segundo [Ixión], pero es de temer que los resultados no mejoren los de su compañero”.

El motivo por el que ambos cuadros han evolucionado de forma tan diferente desde 1974 ya en el Museo, lo ignoro.

La cara queda parcialmente tapada por uno de los brazos y esa pérdida de protagonismo de la expresión del rostro no es lo habitual en las pinturas de los condenados, pero ya desde las Furias de Tiziano hay ejemplos (entre las de Tiziano: Ticio y Sísifo) en los que la expresión del rostro está subordinada a la anatomía, que es la que toma mayor protagonismo.


EL IXIÓN DE RIBERA Y LA LEYENDA DE VON SANDRART

No se sabe si esta serie fue pintada con anterioridad o posterioridad al gran Ixión original de Ribera (que junto con Ticio, son de 1632) y que tipo de relación hubo entre estos cuatro cuadros y el pintor, aunque está claro que el estilo de Ribera está presente. Ambos Ixiones coinciden en que el rostro del condenado no es protagonista, sino su cualidad de torturados va más asociada al resto de la anatomía, a las forzadas poses.

De un Ixión de Ribera -que no se sabe a ciencia cierta cuál- existe uno de esos mitos que labraron su leyenda negra. Según relata el grabador, pintor e historiador del arte (el primero alemán) Joachim von Sandrart en una obra sobre vidas de pintores contemporáneos suyos, publicada en 1675, Ribera pintó una serie completa de Las Furias para Lucas van Uffelen, un importantísimo empresario holandés (banquero y armador), amante del arte, cuya vida transcurrió entre Holanda e Italia. Tenía relación con los más importantes artistas de la época, y se sabe que le encargó cuadros a Rubens, Guido Reni, Guercino, Nicolas Poussin, Anthony van Dyck (del que era amigo personal y que pintó un soberbio retrato de Van Uffelen) y Rembrandt. Von Sandrart le conoció personalmente, así que lo que cuenta sobre los cuadros que Van Uffel tenía de Ribera (en total cinco, una serie de las Furias y un martirio de San Bartolomé, del que se ha perdido su rastro) no debe ser una fantasía al completo, aunque es una historia inverosímil.

Lucas van Uffel (1622), Anton van Dyck. Metropolitan de Nueva York. 
Esta obra maestra, retrato de un acaudalado comerciante a medio sentar, tuvo gran influencia, entro otros, en Rembrandt

El pintor y teórico español Antonio Palomino, primer biógrafo serio de Ribera, copia casi al pie de la letra en 1725 (medio siglo más tarde) la misma historia que narró Von Sandrart, de esta manera:

«...el célebre Ticio (…); los tormentos de Sísifo, de Tántalo y de Ixión expresando (especialmente en éste) con tal extremo el dolor, atado a la rueda donde era continuamente herido y despedazado; que teniendo los dedos encogidos, para esforzar el sufrimiento, y estando esta pintura en casa de la señora Jacoba de Uffel, en Amsterdam, a tiempo que estaba preñada, parió un chicuelo con los dedos encogidos a semejanza de aquella pintura, por cuya causa fue trasladada a Italia y después, con los tres compañeros y otros muchos, transferidos a Madrid en el Palacio del Buen Retiro»

Es decir, el naturalismo extremo de Ribera, llevado a una temática mitológica de violencia, era capaz de influir tanto en una persona, que paría hijos deformes. Esto, sumado a otros mitos similares, acabó por definir la imagen que, en parte, aún prevalece hoy en día de un Ribera sádico, violento e inmoral, desgraciadamente.

El ya mencionado Alfonso E. Pérez Sánchez hizo en 1974 un estudio para identificar cuál sería el Ixión que tanto amargó a la Señora Jacoba de Uffel. Descartaba que fuera el gran Ixión original del Prado y lo explicaba así:

“Siempre me sorprendió, como a cualquiera que examine atentamente el lienzo —de tan soberbia calidad como ingrato asunto—, que no sea visible en él, de modo destacado y evidente, la mano crispada que Sandrart y Palomino refieren y que tan vivamente se grabó en la dama holandesa (…) Cabe dudar, pues, de que sea realmente éste el lienzo descrito por el tratadista y pintor cordobés”.

Pérez Sánchez apostaba por que ese Ixión fuese un original desaparecido cuya copia sería el que en tan lamentable estado se encuentra tras su exilio en el instituto de Badajoz, que hemos visto con anterioridad:

“El Ixión de esta nueva serie sí que presenta bien visible en la parte superior derecha la mano crispada que Palomino describe”

Detalle de las manos de los dos Ixiones:
derecha, del cuadro del pintor anónimo, posible discípulo de Ribera; izquierda, el gran Ixión de Ribera

En la actualidad, el Museo del Prado pone en duda la tesis de Pérez Sánchez, y en su web, en los apartados donde presentan los tres cuadros (Ticio, Sísifo y Tántalo) que hemos visto como “anónimos a imitación de Ribera”, se dice lo siguiente:

“La propuesta de Pérez Sánchez, en el sentido de que estas pinturas podrían ser copias de las citadas por Sandrart y luego por Palomino, que por su extremado realismo provocaron la malformación del hijo que esperaba Jacoba de Uffel, no pasa de ser una conjetura sin ningún elemento probatorio en el que pueda apoyarse”.


EL HERCÚLEO IXIÓN Y SU MISTERIOSO ACOMPAÑANTE

El gran Ixión de Ribera es un prodigio anatómico que no ha sido valorado en su justa medida. Sólo cuando se observa junto al Ticio, se puede apreciar la pericia en la plasmación anatómica de Ribera, su absoluta precisión. Pero incluso, para hacer la comparación anatómica y del escorzo de ambos “condenados”, a Ixión hay que aislarlo para poder apreciar la importancia de esta grandiosa plasmación anatómica. En la siguiente comparativa se ha quitado los dos protagonistas que aparecen junto a Ixión. Sí, dos, el torturador, principal personaje del cuadro, y otro condenado que apenas se vislumbra, del que se hablará más tarde. Dejando a Ixión en solitario, es como se puede una comparativa de ambos personajes mitológicos.

Es evidente que ambos cuadros se complementan. Siempre se ha dicho que a la serie le falta Sísifo y Tántalo. Pero tampoco hay datos que corroboren esto. Lo cierto es que ambos cuadros podrían también formar pendant, esto es, ser una pareja de cuadros, sin más. Porque es evidente que el pintor intentó hacer una especie de “vuelta y vuelta”, es decir, plasmar el desnudo masculino desde una perspectiva similar (ligeramente cenital y en escorzo), pero una hacia arriba y la otra, boca abajo.

Sólo manipulando la imagen del Ixión de Ribera, quitando los dos personajes que le acompañan, se puede comparar con el Ticio y así demostrar que ambas figuras son complementarias

De entrada, Ixión, siguiendo la tradición más habitual en las Furias, posee un cuerpo más hercúleo que el de Ticio. Quizás esto sea uno de los atractivos de Ticio, el hecho de que Ribera plasmó un cuerpo más real (aún siendo claramente musculado) que el idealizado Ixión, y por tanto, se ciñe más al naturalismo extremo de Ribera. Ya se ha visto con anterioridad que, desde Tiziano, la tendencia de los artistas cuando abordaba las Furias era plasmar cuerpos de gigantes idealizados al modo clásico, muy musculados. Este Ixión responde a esta tipología pero, sin embargo, a diferencia de los cuerpos de Cornelis, de Miguel Ángel o incluso del propio Tiziano, este cuerpo del fornido Ixión de Ribera es totalmente creíble.  

El segundo aspecto que une ambos cuadros es la utilización del escorzo. Los cuerpos en ambos cuadros llenan el espacio pictórico de una manera exagerada (lo que aumenta la sensación de agobio), trayendo a primer plano los brazos y cabeza, y a último, los pies.

Tanto en Ticio como en Ixión, Ribera hace una utilización magistral de la luz. Hace un uso del claroscuro soberbio, con las zonas más iluminadas del primer plano, que no sólo contrastan con el fondo sino con partes de la propia anatomía, por ejemplo, en los brazos, hay zonas muy iluminadas junto a otras en penumbra, para remarcar la musculatura. Pero también, al igual que en Ticio, hace un degradado de iluminación, de tal forma que el cuerpo se va oscureciendo a medida que nos vamos yendo hacia el fondo. Esto es algo que no todos los escorzos famosos de la historia han hecho, como ya se analizó en la entrada de Ticio.

Detalles de la degradación de la luz, desde la penumbra del pie, al fogonazo del luz de la frente, lo que acentúa de forma magistral el realismo del escorzo, exactamente igual que Ticio

Por último, mencionar que, al margen de la gigantesca figura de Ixión y del principal protagonista del cuadro -el torturador-, existe una tercera figura que apenas se aprecia. Se trata de un condenado anónimo, cuya cabeza se encuentra cercana a la cabeza de Ixión (esta, delante de la rueda y aquella, detrás).

A la derecha, manipulación de la imagen para hacer más visible el rostro sufriente del condenado anónimo

Este condenado anónimo se hizo más visible tras la restauración del cuadro para la exposición de las Furias en 2014. En la actualidad de aprecia de forma más clara, y se trata de un rostro con la boca abierta en actitud de extremo dolor.

Toda la escena, Ixión, su verdugo y el condenado anónimo nos recuerda que el cuadro se desarrolla en el Tártaro, el precedente del infierno cristiano. En mitología clásica, existen diferentes versiones de como era el inframundo, pero de forma genérica, era como se le llamaba al reino del dios Hades, ubicado debajo de la tierra y donde iban a parar todos los muertos, virtuosos o criminales. El inframundo tenía distintos reinos como: los Campos de Asfosdelos (donde vagaban las almas que aún no habían sido juzgadas), las islas de los Bienaventurados (reservada para los grandes héroes), los campos Elíseos (morada de los muertos íntegros y ejemplares) y el Tártaro, el gran abismo, ubicada mucho más abajo que el resto del inframundo, lugar de sufrimiento para los condenados.

En el Tártaro, conocido como la mazmorra de los condenados, no entraban los dioses, ni tan siquiera el propio Hades. Allí terminaban los peores criminales, los que habían infringido las leyes humanas y divinas. Su destino: sufrir crueles tormentos eternamente. Habían condenados ilustres, por ejemplo, allí es donde fueron tirados los titanes cuando perdieron la guerra con los dioses. También monarcas los que representan las Furias (Sísifo, Tántalo, Ticio e Ixión). Pero también allí acababan hombres anónimos, y uno de estos lo pintó Ribera de forma tan sutil que apenas se aprecia.

Es el torturador quien domina la imagen, uno de los personajes más misteriosos de toda la obra de Ribera, y que además propicia un debate irresoluble, cual es cómo es la orientación del cuadro, cuestión en la que discrepan incluso grandes expertos. Esto se verá en la segunda parte del análisis de este espectacular cuadro

 

Bibliografía básica

Falomir, Miguel (2014). "Las Furias. Alegoría política y desafío artístico". Museo del Prado

Otras bibliografías

Autor desconocido: Sísifo. El Rey de los Condenados. La figura de Sísifo y las Furias en la España del Siglo XVI y XVII. Ver aquí

Carrasco Ferrer, Marta (2011). “La Iconografía mitológica en el Palacio de Binche bajo María de Hungría”. Anales de Historia del Arte (extra), pp. 69-91. https://revistas.ucm.es/index.php/ANHA/article/view/37450/36248

Cartwright, Mark (2017). “Ixión”.  https://www.worldhistory.org/Ixion/

Díez-Plata, Fátima (2012). “Una presencia excepcional de Ovidio en Mondoñedo: la edición de Parma 1505”. Descargar aquí

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